sábado, 18 de julio de 2020

Oficio antiguo: el carbonero

La elaboración de carbón vegetal fue hasta la segunda decena del siglo XX una actividad importante por el aspecto económico y por ser la principal causa de la deforestación del término municipal de Fuenterrobles. La toponimia nos ha dejado su testimonio: las Carboneras o la Casilla de los carboneros.

Sin embargo, donde más carboneras se hicieron fue en el polígono de la Dehesa del Toconar y sobre todo en el paraje de la Hoya de la Nave, propiedad del conde de Plegamans que pasaría al conde de Villamar por casamiento.

El pueblo no participó en las beneficios, pues los carboneros al servicio del conde eran familias foráneas especializadas en este menester. Pasaban toda la temporada estival en el campo, en barracozas construidas por ellos mismos, hasta que transformaban en carbón toda la leña que los jornaleros del pueblo habían preparado durante el invierno.

También pequeños labradores del pueblo, cuando finalizaban las labores de sus campos intervenían en el transporte. Hoy todas aquellas tierras son de cultivo quedando algunas manchas de carrascal en lomas enleradas y ribazos.

Labradores del pueblo también se dedicaron a esta actividad, principalmente en el polígono de la Herrada, en los parajes citados anteriormente, hasta que eliminaron de los campos las enormes carrascas. Solo dejaron una en el margen de cada parcela para servir de abrigo y sombra durante las horas de descanso.



Carrasca de las Canteruelas (Fuenterrobles) Foto de Paco Arroyo . 1997.
Ficha: A 1,30 m del suelo tiene de perímetro ·,3,40 m; de altura 13,40 m:
proyección E-W 20,40 m y de N-S 20 m.
Sabia costumbre de dejar para cobijo un ejemplar en el lindero. En esta puede sestear un rebaño de 500 ovejas.

Los labradores no organizaban la carbonera, que era un trabajo muy especializado y solo cuatro o cinco vecinos del pueblo eran capaces de hacer carbón. El labrador-propietario estaba a las órdenes del carbonero.

Lo más corriente era que el labrador vendiese las carrascas a empresarios "valencianos" que traían su cuadrilla de carboneros del " Reino", principalmente de la comarca de Liria. Hacia 1890, la tía Paca vendió cien carrascas de diverso tamaño por 500 pesetas y en 1901, me contaba un pequeño labrador que necesitaba dinero para comprar aceite para la "fritá"  y vendió una carrasca de gran tamaño por 15 pesetas.

Las carboneras tenían forma de semiesfera, variando el diámetro de la base según la cantidad de leña desde cuatro metros como mínimo por una altura de dos o tres metros.

En el centro se dejaba un hueco que actuaba como chimenea y a su alrededor se colocaban los troncos en vertical, con una ligera inclinación hacia el centro. Primeramente los más gruesos que correspondían a la caña del árbol con una longitud aproximadamente de un metro y divididos en rajas., luego los cimales y por último las ramas mas delgadas. Se colocaban dos capas de troncos igualados al mismo nivel. Esta operación era muy delicada, pues de no hacerse correctamente la carbonera podría "venirse abajo" . Por último se cubría con el ramaje menudo y se tapaba con tierra para evitar la entrada de aire.

La carbonera se encendía por la boca de la chimenea dejando caer aliagas encendidas que prendían leña menuda y seca que previamente se había depositado en la base de la chimenea. Encendida la carbonera había que vigilarla constantemente durante cuatro o cinco días. Si se apagaba, la leña quedaba cruda y había que recomponerla otra vez. Peor era si le entraba aire de manera descontrolada y avivaba la combustión reduciendo la leña a ceniza. 

Una vez concluido el proceso se dejaba enfriar durante varios días y se transportaba el carbón, algunas veces directamente a Valencia, tardando más de dos días de viaje en carro. Así lo hacía el tío Marcelino que tenía una pequeña abacería y a la vuelta traía género para la tienda.

La última carbonera que se hizo en Fuenterrobles fue en el paraje de La Casa Nueva al poco de finalizar la guerra. Pero en este caso no se cortaron carrascas, sino que se hizo con las cepas y raíces de las carrascas que se cortaron en las tierras del reparto que fueron expropiadas a los hacendados absentistas.




Vista de una carbonera en la Tejera Negra (Guadalajara). Foto de Paco Arroyo .2016



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