viernes, 7 de agosto de 2020

Tiempo de alabegas




Alabega 2020. Foto Paco Arroyo



El  nombre de albahaca (Ocimum basiliscum), en castelano también alhábega, en valenciano alfàbega y en fuenterrobleño alabega procede del árabe Al (la) y Habaca (planta aromática).

Se sembraba en semillero bien entrada la primavera y posteriormente se trasplantaba a la maceta definitiva. La tierra tenía que ser fértil, por eso era apreciada la del fondo de los estercoleros, y además permeable, lo cual se conseguía añadiendo moñigos de la caballerías.

La Eustaquiá del guarda hacía un buen plantel todos los años  y suministraba plántulas a mi madre y a todas las vecinas de la calle Valencia y adyacentes. Luego estaban las manos, que no todas eran cuidadosas.

Es una planta que requiere humedad por lo que es conveniente regarla dos veces al día. Para que no le faltase agua se depositaba en la maceta una capa de tierra y con esta misma tierra se rellenaban conchas de caracoles que se colocaban boca arriba. Se ponía otra capa de tierra y una nueva tanda de caracoles. Así hasta completar la maceta. De esta manera se consigue que las raíces que se introducen en las conchas dispongan del agua que se almacena en estos pequeños depósitos caracoleros.

Sin considerar les alfàbegues que en Bétera ofrecen a la virgen de Agosto que son de tamaño descomunal, la planta alcanza una altura de dos palmos. Yo he llegado a ver en Fuenterrobles una de medio metro.

Aunque es planta que requiere sol, no le conviene el sol directo y abrasador. Mejor entre sol y sombra. Le sienta muy mal el viento frío que trae el solano muchas noches de verano. Por este motivo y por otras razones que veremos se guardaban al anochecer.

Las hojas de un verde intenso y lustroso son muy aromáticas. Hay algunas de hoja ancha  y otras de hojas muy menudas. Éstas eran más apreciadas porque áquellas de hoja ancha las comparaban con el alfalfe.

La alabega proporciona un fresco perfume, sobre todo si se mecen las hojas. Aunque tiene virtudes medicinales y culinarias  (es muy utilizada en la cocina italiana) en Fuenterrobles sólo tenía uso ornamental.

Tiene la propiedad de repeler mosquitos y en el campo la mosca blanca,y además, protege los cultivos del ataque del purgón. Así me lo decía Ángel Monteagudo, que es muy buen hortelano, lo cual no es extraño porque procede de las ubérrimas huertas de la Fuencaliente, hoy cubiertas por las aguas del pantano de Contreras. Por esta razón, entre las tomateras y los pimientos planta bastantes alabegas.

Para prolongar el ciclo vital y conseguir mayor tamaño y vistosidad se tienen que eliminar las flores blancas que emite en forma de espiga. Es una operación sencilla que se hace pinzando las espiguillas con los dedos.

Un balcón bien provisto de grandes y lustrosas alabegas  constituía uno de los mayores orgullos de las mozas que las cuidaban con esmero y excitaba la envidia de toda la vecindad.

Los mozos que tenían por costumbre hacer la ronda tenían controlados todos los balcones y si alguna noche por descuido no se guardaban en las salas y alcobas eran objeto de robo. La escalera del lucero (electricista que reponía las perillas (bombillas) del alumbrado público era su herramienta de trabajo.

Luego amagaban las macetas en los tablares de araza (maíz) de los huertos próximos al pueblo y en sus rondas y en los bailes dominicales lucían hermosos ramos en la comisura de los labios.

Como dije anteriormente, las peñas de la Maza y la Cazalla eran el terror de los balcones. Pero lo hacían con buena intención. Era una costumbre ancestral asumida por el pueblo.

Me contaba Manolo (el conde) que quitó dos alabegas a una hija del "Altiflojo" y el padre de la moza presentó queja ante el alcalde que precisamente era el tío Manuel, su padre. Y con aquel genio fuerte que tenía le comento: "Descuida, que como me entere quién ha sido ese sinvergüenza no ha de tener frío". Y Manolo que estaba presente, me decía que tragaba saliva.

Como homenaje a aquellas peñas escribí esta poesía:

A la quinta del 41

Cuando empezaron a robar macetas
de los balcones perfumados de las mozas, 
con tan sólo diecisiete años, se los llevaron a la guerra.


La alhábega

Dice tu madre a mi madre
que devuelva la alhábega
que robé de tu balcón
en noche de luna nueva.

Dice mi madre a la tuya
ya veremos en qué queda
que estoy en un callejón
y no ve salida buena.

Y yo te digo esta noche
que si quieres la alhábega
vente conmigo a buscarla
a un ribazo de la Vega.

Sobre una alfombra verde
enredaremos madejas
dejando que nuestras madres
se entiendan con la maceta.

        (Al pie de la sierra de la Avicuerca)

2 comentarios:

  1. Ah! esas costumbres de pueblo que tuvimos la suerte de vivir de niños. Gracias, Paco, me has quitado, de repente, unos cuantos años de encima.

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  2. Ah! esas costumbres de pueblo que tuvimos la suerte de vivir de niños. Gracias, Paco, me has quitado, de repente, unos cuantos años de encima.

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