sábado, 6 de noviembre de 2021

Adolfo, el cacharrero

 




Me envía Manolo Gil la fotografía de un antiguo cociol de principio del s. XIX muy bien lañado. Me dice que fue reparado por un lañador o cociolero llamado Adolfo el cacharrrero.

Los lañadores eran artesanos ambulantes que cada cierto tiempo venían al pueblo a reparar y estañar utensilios de cocina. En aquellos tiempos nada se tiraba, todo era reparado.

En los años anteriores a la guerra civil era muy nombrado cierto lañador que venía con frecuencia. Por las calles, a gritos anunciaba su llegada: ¡Se arreglan pucheros, lebrillos, cocioles! Y todo seguido preguntaba ¿Dónde está el ramo?

Aquel artesano tenía afición al vino y por aquellas fechas en las puertas o ventanas de las casas donde vendían vino se colocaba un ramo de enebro. Era la señal de venta.

Adoldo el cacharrero vino en los primeros años de la década de 1950. Primeramente, estableció el carromato en los chopos del Regajo. Luego se afincó en un albergue de los labradores, la casilla llamada de Fidencio, donde el 15 de febrero de 1952 su mujer, la María, dio a luz una niña. El parto fue atendido una fría noche por la tía Teodora. Luego se establecieron en la casilla de una era, ahora ocupada por la maquinaria de una báscula. Permanecieron en el pueblo dos años y un día igual que llegaron, sin hacer ruido, se fueron.

Por aquellos años la agrupación escénica que dirigía Kiko representaba muchas obras. Y en una de ellas, en el intermedio, salieron dos actores, Roberto y un maestro de escuela (ahora no recuerdo el nombre) tan bien caracterizados que todos pensaban que eran Adolfo y la María, los lañadores, excelentes personas que contaban con el aprecio y consideración de todos. Reme, la peluquera los maquilló magistralmente. Cantaron una canción que sería recogida por María Antonieta. Decía así:

EL CACHARRERO

 

Soy Adolfo el cacharrero,

Cacharrero “toa” mi vida.

Soy el hombre más feliz

Con mi perro y mi María.

 

A mí no me importa nada

de que no quiera llover

mientras tenga mi botella

vinillo para beber.

 

En pasar yo cuatro lañas

y soldar una sartén

tengo ya lo suficiente

“pa” comer y “pa” beber.



Máquina del lañador. No he conseguido hacerle funcionar.

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