Al píe de la Sierra de Avicuerca, de Francisco
Arroyo Martínez
Por Santiago Cremades Devesa
Ha llegado a nuestras manos AL
PIE DE LA SIERRA DE LA AVICUERCA de Francisco Arroyo Martínez, libro de poemas
y cantos, que imprime Gráficas Llogodi, de Utiel (Valencia) (962.17.06.09)
Se abre el poemario con
una precisa declaración del poeta cuando dice "quiero pintar el
paisaje" de colores rosados, con la mano sincera y al calor de la lumbre
con el olor de la lluvia. No cabe duda que el poeta se siente bien consigo
mismo y culpable al mismo tiempo entre ese habla que es del pueblo y esa
corbata que luce en su pecho.
Es preciso aquí saltar,
con pertiga si preciso fuera, de MI VERSO y MI LENGUA al final del libro, allá
donde nos encontramos con la pieza que da nombre al libro, con AL PIE DE LA
SIERRA DE LA AVICUERCA, pues éste con aquellos dos forman el principio que hace
que el poeta se mueva entre vigoroso y tímido por las líneas y las letras;
"yo soy fuenterrobleño", acordaos vosotros que descansáis bajo el
cielo azul de éste campo. Nos encontramos ante una mezcla que quiere unir lo
propio con lo heredado, al hombre con la familia, y cuya manifestación de energía
es el resultado de una combinación que mezcla hombre-familia con la quietud del
campo.
Y es ese sentido de
"campo", la tierra de Fuenterrobles, lo que expone el poeta en LOS
MAYOS A LA VIRGEN DE LA CUEVA SANTA DEL CABRIEL. Son los mayos cantos que los
quintos...., ya no quedan quintos de aquellos de Juan II de Castilla que
contribuían con su sangre a la defensa del reino, .....en la noche del treinta
de abril llenan las calles de Fuenterrobles donde las muchachas escuchan
declaraciones de amor y, acaso, de otras intenciones. Sin embargo no se refiere
el poeta al juego de los amores, sino a aquella otra actividad de Fuenterrobles
y que llevan los fuenterrobleños en su alma, aquella que se celebra el segundo
domingo de mayo, durante La Romería a la Cueva Santa con misa, almuerzo y
baile, día en el cual los fuenterrobleños muestran su enamoramiento a su Virgen
de la Cueva con el canto de los mayos.
En su libro FRANCISCO ARROYO se
separa de la escritura de los mayos como si los trazos no fueran personales,
sino propiedad de una colectividad que los recibe del poeta y los entrega a la
Virgen. En ellos queda patente el conocimiento que del jubileo tiene Francisco,
un saber que le viene de niño y que aflora entre los pliegues de la piel con
ese sentimiento propio del "hijo" que escribe para sus vecinos.
Más..., ¿por qué se dedica Francisco Arroyo a los mayos?. Es preciso en este
punto extraer de "El Paisanaje", y dedicado a Miguel López Pérez, un
texto titulado MAYO, que se desarrolla en once estrofas rimando el segundo y
cuarto versos, pero que no se dedica a la Virgen. Se trata de una simple
cortesía que el poeta tiene con Miguel y de quién recibe el encargo de seguir
construyendo mayos...
"Él ya no puede venir
pero trazó el camino
que debemos proseguir
amigos y convecinos"
Ciertamente Miguel, tras cincuenta años de
mayos, fallece, y Francisco Arroyo recoge el testigo, pero algo desfallece en
el poeta, en esto de hacer mayos, cuando en una estrofa siguiente dice:
"Y cuando encañen los trigos
en los campos trabajados
en algún fuenterrobleño
ha de crecer otro mayo"
Aunque, y de momento, Francisco
Arroyo sigue siendo ese mayo que busca "crecer otro mayo", no deja de
sentir que ya él mismo precisa de un relevo en esta tarea de escribir mayos. Y
es en este libro que nos muestra, como un epilogo, los dieciséis MAYOS por él
escritos, cada uno de ellos estructurado en estrofas, entre diez y once, de
cuatro versos cortos y ágiles, adaptados a una rima musical repetitiva que
permite su canto y siguen un patrón exacto de llegada ante la Virgen en la
primera estrofa...
"Ya llegamos a la Cueva
de la ribera del Río
venimos con la ilusión
de estar un día contigo"
...y de despedida en la última...
"Ya nos vamos retirando
de este barranco querido,
volveremos otro año
lo tenemos prometido!
....ubicando la sección de peticiones entre la cuarta y
quinta estrofa....
"Y ahora con el respeto
que la ocasión se merece
pasamos a recordarte
las peticiones de siempre"
estrofa que se repite en once de los dieciséis mayos.
....de forma que queda en el resto de las mismas diversas
exaltaciones sobre los atributos de la Virgen o bien sobre intenciones de la
visita a la cueva
"estrella resplandeciente" o "emperatriz
de los cielos"
o bien
"te rezaremos cantando
con bandurrias y guitarras"
Sencilla escritura
son los mayos, como corresponde a su canto, palabras limpias y claras oraciones
llenan los versos sin que sea necesario acudir a artificios literarios, donde
riman con naturalidad el segundo y cuarto verso. Los mayos tienen, en el
tiempo, su raigambre, pues se hacen con fervor, como lo hacían los abuelos, de
forma que de los viejos aprenden las mocedades el ejercicio de la devoción y
llegan con la ilusión del corazón del romero y en ese hermoso rincón que traza
el Cabriel para morada de la Virgen. Por otra parte contienen los mayos
referencias insistentes al campo, a la lluvia, a la cosecha, pastores y
labradores destacan con su presencia, la peste que mata gorrinos, las fiebres a
los ganados y esos hielos de marzo que sobre los almendros hicieron estragos.
Se pide que los eriales de la color verde se tornen, que se rieguen los
viñedos, agua para los trigales, que la sequía no agriete la tierra, que las
cosechas no se quemen, que emigren los conejos, y protección para los niños, para
los pastores y hortelanos, y para aquellos que se fueron dejando allí un
pantano.
En PAISANAJE nos presenta el poeta a
las gentes de su pueblo. Aquí nos encontramos con "Fuenterrobles", de
naturaleza castellana pero de economía valenciana, con Requena, con Emilio y
con María Antonieta, donde los versos son libres y se expanden dentro de una
cadencia musical, estableciendo ciertas relaciones personales de Francisco
Arroyo con ese entorno. Destaca en este tramo "A María
Antonieta" donde se pueden advertir tres conjuntos de estrofas y
antistrofas, de cinco versos cada uno y que fijan ciertas comparaciones...
"ni las esbeltas palmeras" .... "tienen la
gracia y donaire"
"ni las recias carrascas" ..... "tienen la
fuerza y firmeza"
"ni los floridos naranjos" .... "tienen la
clara sonrisa"
terminando en un conjunto final comparativo y en una
afirmación radical... "eres María Antonieta". Es interesante también,
tal vez porque guarda el secreto, "A Emilio", y repite cierto nivel
de copla en el musical "Pasacalle" que se lee de un tirón y con
alegría, dejando cierto aire intímista, no logrado, en las composiciones
"Mi padre fue labrador" y "A mi madre", tal vez porque el
poeta interrumpe la naturalidad del texto introduciéndose él mismo en los
versos, ya que si "mi padre fue labrador" es el primer verso y da
fuerza, esa fuerza parece perderse en "yo ya no soy labrador" al
enfocar hacia otro lado la acción inicial.
No olvida Francisco Arroyo esa
extensión de los hombres que es el PAISAJE, desde la simplicidad literaria de
"Cerro Pelado" hasta la complejidad de "Atalaya del
Sabinar", y entre ambos hay, al parecer, cierta lucha de clases en
"El carrascal" entre el pueblo y el conde...
"¡ay carbonero detente!
es lo que quiere el amo"
una amarga renuncia al "Campo de Requena"
"hoy ya ni verlo quiero"
y cierta comparativa que baja y sube hacia y desde la mar
en la trashumancia, donde la escritura se divide en dos grupos de versos
simétricos y que enlazan con la "Atalaya del Sabinar" estructurada en
tres bloques de estrofas, con atalaya y peña los dos primeros, y respuesta el
tercero, de forma que se contraponen cuando suben y cuando bajan, cuando verdea
y en su ausencia, para acabar en los hielos de las entrañas.
Prima la descripción en la parte
que tratamos, y junto al cerro, la atalaya, el carrascal, el campo y la
trashumancia, "La Nieve" resulta más veloz.... "salid, niños, a
la calle", o bien "a casa, viejos, a casa" y sus dos
respuestas... "salid corriendo" y "volved corriendo", pero,
y a su vez, es La Nieve un compendio que contiene a la Sierra de Avicuerca, a
Cerro Pelado y a la Atalaya del Sabinar, y además llega la nieve a las calles
del pueblo, y lo hace alegre, galante. hiriente. Aquí hay movimiento, se
aprecia el cambio, se expanden los versos y se contraen, como queriendo copiar
las alteraciones que sufre la materia en su forma.
Pero hay una nota distinta en
este tramo paisajístico del poeta; se trata del "Telégrafo Óptico".
Nos encontramos ante el único elemento no natural que llama la atención del
poeta....
"Anclado en tiempo remoto,
lejos, en la sierra herido,
allí permanece roto,
resistiendo vil olvido"
.... y es un poema, sin duda, hermoso, donde Francisco
Arroyo expresa, así lo entendemos, humanidad y melancolía, haciendo uso de esa
métrica de la estrofa de cuatro versos que domina y le nace....
"es errante el despertar
y tiene echada la suerte,
solo le queda cruzar
la frontera de la muerte"
Algo, no sabemos qué, llama la
atención del poeta, pero el poema refleja una cierta nostalgia referida a una
torre de comunicaciones, allá en la Sierra de Avicuerca, punto veintidós de la
sección cuarta de la línea Madrid-Valencia y que estuvo operativa entre 1844 y
1857. Hay un olvido y hay una muerte, y una prisión con la forma de una tupida
red verdosa.
LABRADOR DE AMORES son
recuerdos expuestos en dos bloques, siendo el primero de ellos sobre aquellos
que trabajan el campo. Sin embargo, en los seis textos que conforman tal
columna, el "yo" del poeta irrumpe apenas se inician los versos,
cambiando el puro recuerdo de otros en una realidad pasada del "yo".
Tanto el padre como el abuelo del poeta se convierten en actores secundarios y
son sometidos a la interiorizacíon del poeta. Así, "cuando yo era
galopín" primer verso, enlaza con la conclusión "ahora que soy muy
viejo" en el poema "Cuando yo era galopín", e igual sucede en
"El sol en los olivares" cuando se lee en el tercer verso "la
tierra vieja acaricio" y "vuelvo a casa embriagado"; lo cierto
es que en estos poemas no alcanza el poeta a reflejar lo que pretende, a su
padre y a su abuelo, ya que la inclusión el "yo" resta importancia al
texto, y esto que vuelve, de nuevo, a hacer uso, en algún caso, de las estrofas
de cuatro versos. Francisco Arroyo se muestra, en esta parte del poemario, como
aquel que quiso ser y nunca fue, de forma que subyace una carga emotiva en el
texto con palabras más precisas que enfrentan al poeta con la vida, lo que
vemos en "Mi padre fue labrador" cuando dice...
"Un día cuelgo los zapatos
en la ciudad sin estrellas
y me vengo para el pueblo
con una albarcas nuevas"
Por otra parte tenemos que destacar un
cierto descaro y evidente relajación cuando se trata de balcones y ventanas. En
"El collar del macho" mezcla cascabeles con campanas....
"y una morenita
frente a la ventana"
y sigue....
"al caer la tarde
buscaré tu casa"
......
"hasta tu ventana"
La sonoridad "del macho" enlaza
con lo que dice tu madre a mi madre en "La alhábega", una preciosidad
de amoríos no confirmados; no cabe duda que el poeta se libera de la tristeza
de los campos, de los recuerdos de antaño, pero, y a su vez, vemos como esa
rememoración en los balcones perfumados de las mozas es ejercido, acaso, desde
los hechos de la guerra.
Queda la intimidad de TIERRA LOBETANA.
Se estructura en diecisiete entradas pues no cuenta historia alguna, donde cada
grupo de ocho versos es una acción cerrada. "Quisiera ser" es un
deseo que hace de guión extensivo entre el principio y el final; he aquí varios
ejemplos...
"frágil tea .... con luz del amanecer"
"en las tarde ... un mensaje de la mar"
"!el sol triste ... para su estampa apagar"
"en tu mano .... y con nadie más soñar"
"en las eras .... mil sonrisas dibujar"
Por una parte hay ideas que se pueden
materializar si unimos dos versos distanciados, "cien arrobas de bobal
engendran tinto cabal", por otra se trata de ideas de imposible
materializar... como una estrella quebrantando la oscuridad, como un recuerdo
que lleve a la claridad. La escritura se presenta en estos versos como "a
la carga" y llevado por cierta ansiedad...
"y mil nieblas levantar,
y, sin detener el paso"
o bien con cierta repetición...
"y las parvas abrasar,
y sin detener el paso"
o bien
"y frágil flor sonrojar
y unirme en la corola"
pero complementan la parte más lírica de Francisco
Arroyo, que sin llegar a ser intimista si se apróxima a su "ser"
desde elemenos exteriores al poeta.
AL PIE DE LA SIERRA DE AVICUERCA es
una comunicación entre el poeta y su entorno físico, a lo que ayuda su
conocimiento material del terreno, de los usos y costumbres, y que enlaza a los
lobetanos, pueblo de pastores y agricultores, con los fuenterrobleños, de modo
que la relación entre ambos pueblos es lo que sustenta la verdad del poeta, una
lucha entre la cómoda vida moderna y una vida llena de naturaleza imposible.
Publicado por Santiago Cremades Devesa