Introducción
La noche del 22 al 23 de agosto de 2022 se cometieron actos vandálicos en Fuenterrobles: se rompió mobiliario urbano y se inutilizó una gran máquina de acondicionar las cunetas. Se comentó que fueron tres jóvenes venidos de otro municipio cercano y también se pensó que pudieran ser los autores de anteriores daños en el paseo de la vega y en los merenderos. Digo que no se sabe la autoría.
Máquina inutilizada
A los padres de los autores y a otros padres le dedico un cuento.
Todos hemos sido jóvenes.
Era el primer hijo de un joven matrimonio y también el primer nieto de ambas familias. Un niño muy deseado que dejaba a todos embelesados con sus numerosas gracias. Le sobraban atenciones y mimos por los cuatro costados. Faltaba criatura.
¿Habrá algún otro bebé mas gracioso? -se preguntaban orgullosos contemplando el portento de niño.
Pero el niño fue creciendo y en el hogar y en casa de los abuelos no faltaban travesuras que eran muy celebradas por todos y comentadas con vecinos y familiares. Una de las abuelas decía que era un niño muy majo, como lo fuera su padre.
Pero el niño fue creciendo y ya fuera del hogar las trastadas eran celebradas por todo el vecindario. Una de las abuelas henchida de orgullo comentaba que era inquieto como lo fuera su padre. Sin embargo, la otra abuela con bastante sentido común hablaba de poner algún límite a aquella conducta. ¿Qué dice abuela? si son chiquilladas -sentenciaba el padre.
Pero el niño fue creciendo y ya se podía hablar de gamberradas simpáticas, aunque a algunos vecinos no les hacía ni pizca de gracia.
Poco tiempo después, las gamberradas ya no eran tan simpáticas y como dice el lenguaje popular: se pasaban de castaño oscuro. Pero el padre quitaba importancia: ¡Todos hemos sido jóvenes!
En una ocasión quitaron las cerezas a un vecino que las tenía protegidas de los estorninos con una malla. Sorprendidos por el dueño se lo hizo saber a su padre y algo indignado el buen y consentidor progenitor zanjando el asunto cortó por lo sano: ¿Cuánto vas a dar que hablar con tus cerezas! El vecino, amigo mío, se quedó sin cerezas y con la malla rota.
Pero el niño fue creciendo y vísperas de las fiestas cumplió dieciocho añitos. Nadie le había dicho NO ES NO y en aquellos festivos días se pasó con una muchacha todavía menor de edad. Al enterarse el padre dijo que todos habíamos sido jóvenes, pero el señor juez dictaminó ¡Alto! Esto es un delito.
Ahora, cada dos semanas aquel que fuera joven se desplaza a Picassent a llevar tabaco y cuando entra en el establecimiento se pregunta ¿qué hemos hecho para merecer esto?.
Y aquí lo dejo que hay tantos finales como lectores. Si te place escribe tu propio final.
Señalización de la carreta