Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil...
Estas lluvias que canta el poeta y los calores de los casi primaverales días que ya alargan las horas de luz provocan la eclosión del herbaje primaveral con fuerza brava. Y una de estas hierbas que nacen en los sembrados son las collejas. Es una planta comestible que según el decir de los pobres es una verdura muy fina y nutritiva.
Me contaba mi pariente Pepe el de la Claudia:
Se creían los ricos
que iban a morir los pobres,
han salido las collejas,
¡que se toquen los cojones!
Arroz con collejas, potaje de collejas, tortilla de collejas, huevos arrastraos con collejas y ajos tiernos, crudas en ensalada... ¡ Y que se toquen los cojones!
Collejas en un cebadal. Foto Paco Arroyo |
Era una antigua costumbre que los pobres fueran a coger collejas a los campos de los terratenientes. Luego les llevaban una cesta y estaba establecido que les obsequiaran con un puchero de grasa, se supone que para hacer jabón. Se supone.
Collejas en un erial. Foto Paco Arroyo |
Se complementaba la vegana alimentación con los espárragos de tamarilla que igualmente crecen en los sembrados. También son muy nutritivos. Así se recoge en un dicho comarcal que aparece en el diccionario del señor Feliciano A. Yeves, buen maestro y gran cronista oficial que fuera de la villa de Venta del Moro: el comer es de mucho alimento.
Planta de la tamarilla en un sembrado de cebada Foto de Paco Arroyo |
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