Tributo que los labradores fuenterrobleños ( y del Reino de Castilla) pagaban a la catedral de Santiago de Compostela. Está explicado en las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada (1751) en la reflexión a la pregunta número 15:
“Y que además de los derechos que se pagan y llevan mencionados en la pregunta 15 se paga también anualmente el Voto del Señor Santiago que son tres celemines de la mejor semilla que se coge por cada par de arada.”
Este voto tiene su origen en la inexistente Batalla de Clavijo que por ser una de las más bellas leyendas de la Historia mágica de España resumimos:
A la muerte del rey don Alfonso el Casto le sucedió en el trono su sobrino Ramiro I. Considerando el emir de los Omeyas Abderramán II que el joven e inexperto rey le tendría miedo por el poder tan grande de los moros, le daría lo que demandase por razón de que no diera guerra y le dejase en paz. Y así le pidió 100 doncellas vírgenes anualmente.
Ante esta demanda, el rey don Ramiro sacó su ejército por tierras de infieles quemando villas, castillos y destruyendo cuanto hallaba y matando los moros que podía. El emir reunió un poderoso ejército que sorprendió y derrotó a las tropas cristianas en Alberda (cerca de Logroño). El ejército de don Ramiro, en retirada, se guareció en un otero que llamaban Clavijo y fue cercado al caer la noche por las tropas sarracenas.
Retrato moral del rey Ramiro I tomado de la historia de España de Salcedo
Cuando el rey se retiró a descansar quedó adormecido y se le apareció el Apóstol Santiago y le dijo que Nuestro Señor Jesucristo le envió a él sólo a España para que la guardarse y amparase de los enemigos de la fe. Él le ayudaría en la batalla y para que no dudara le vería con un corcel blanco, con una bandera blanca y blandiendo reluciente espada. Antes de la batalla tendrían que confesar y oír misa, invocando “Dios ayuda a Santiago”.
Despertó el rey y mando llamar a los obispos y abades y principales caballeros de su hueste contándoles la visión. Dieron gracias a Dios y alabando su nombre hicieron lo que les fue mandado por el Apóstol.
Cuando los cristianos vieron al Apóstol en su caballo blanco con su ejército de ángeles principió la batalla y gritando “Dios ayuda a Santiago”, los moros fueron derrotados, muriendo setenta mil, además de numerosos prisioneros.
Terminada la batalla se reunió el rey con los obispos y abades y éste fue su acuerdo que está recogido en la Primera Crónica General:
“que de quantas yugadas ouiesse en tierra de cristianos, que diessen de cada una sennas medidas de pan como primicia a los clerigos que siruiessen a la eglesia de sant Yague; et otrossi del uino de cada moyo sennas medidas, et esto que fuese por siempre”
Sin embargo, ni el tributo de las cien doncellas ni la batalla de Clavijo existió en realidad,
“que no es posible aceptar la realidad histórica de la victoria de Ramiro I en Clavijo ni la del fabuloso” tributo de las cien doncellas”, ni tampoco la autenticidad del “privilegio de los votos a Santiago”, superchería amañada en el siglo XII por el clérigo Pedro Marcio…” (Gil del Río 1999:1159).
Este clérigo que sería cardenal en Santiago de Compostela quiso extender la imagen de Santiago como un defensor de los cristianos y obtener beneficios económicos para su iglesia. En esta falsificación, el papel de la Orden de Cluny fue fundamental,
“… el monaquismo cluniacense captó la necesidad de involucrar al pueblo en un ideal de Cruzada inexistente en sus inicios. Y, ante la perspectiva de que muchos cristianos encontraran incluso más cómodo vivir en la España islámica, que era respetuosa con sus creencias se lanzó a buscar desesperadamente la intervención de algo sagrado que pudiera arrastrar a los remisos mediante la publicidad de un milagro guerrero…” (Atienza 2002:152).
Este cambio de Santiago Apóstol a Santiago Matamoros que se produce tras la legendaria batalla de Clavijo en el año 844 que sirvió para justificar los votos que los fieles pagarían en adelante al apóstol Santiago, ligó España al patronazgo de Santiago.
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Trashoguero, también llamado fraile, de un casa de Fuenterrobles con la figura de Santiago Matamoros. Fotografía de Paco Arroyo |
“En realidad, con el relato fantástico de la batalla de Clavijo se trataba de justificar los fabulosos derechos que se arrogaba la Iglesia apostólica a recaudar un sustancioso tributo nacional. Sin embargo, el establecimiento del Voto no tuvo efectos directos: no se pagó al principio, aunque sí comenzó a hacerse eficaz su cobro con los monarcas castellanos Alfonso XI y Pedro I. A partir del siglo XV esta renta se fue extendiendo…” (García Tuza 2000: 26).
Los labradores que pagaban diezmos, pie de altar y otros impuestos se opusieron pero era tan grande el poder que tenía la Iglesia que impuso su demanda.
“Durante la Edad Moderna hubo una resistencia generalizada al pago de este tributo, y a mediados del siglo XVIII tal actitud se acrecentó, promovida por la iglesia de Granada, a la que secundaron todas las demás, ya que los campesinos consideraban que el Voto de Santiago era un impuesto a pagar a la Iglesia además del diezmo con lo cual detraían de los diezmos generales la parte correspondiente a aquél.” (Rodríguez y Castilla 2002: 154).
Víctor Manuel Galán Tendero, en un artículo que escribió (2017) en “Crónicas históricas de Requena” también recoge que en esta época numerosos concejos protestaron este Voto. Entre esas villas se encontraba Requena (Fuenterrobles era en este tiempo Granja y más tarde Aldea de Requena). La reclamación la llevó en su nombre ante la Chancillería de Granada Diego García de Miñana.
El voto se cumplió religiosamente hasta el año 1812, en que fue abolido por las liberales Cortes de Cádiz. Fue restaurado en 1936 como una ofrenda de carácter religioso al Santo Apóstol que figura como patrón de España.
La recaudación de la iglesia compostelana se contaba por millones de reales. Solo en Fuenterrobles, en el año 1751, se pagaban ocho fanegas y media del mejor trigo, cuyo importe ascendía a 165,5 reales o lo que es lo mismo a 48 jornales de campesino.
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Antigua imagen
de Santiago matamoros
en la Iglesia de Fuenterrobles. |