lunes, 25 de julio de 2022

FUENTERROBLES ES TIERRA BOBAL



 

FUENTERROBLES ES TIERRA BOBAL






                                           Sobre estos campos acechan las placas solares


El paisaje agrario es, ante todo, fruto de la humanización del paisaje natural. Es la obra de una sociedad humana que ha actuado y sigue actuando con distinta intensidad, según las épocas, sobre el medio físico que circunda nuestro pueblo. Existe una estrecha interrelación entre la sociedad que humaniza y el medio natural.

En estos cambios del paisaje mucho ha influido la presión demográfica. En los años de mayor poblamiento la deforestación era muy intensa: encontrar algo de leña para cocinar y calefacción era harto difícil.

Por otra parte, los medios de producción han producido cambios sustanciales: los trabajos con la azada o con el arado romano apenas tenían incidencia sobre el paisaje. No sucede lo mismo con la introducción de sofisticada maquinaria que hace desmontes imposibles en otros tiempos y se lleva por delante hormas y ribazos triturando las piedras.

También hay que considerar la influencia del clima cuyos factores de temperatura y precipitación han sufrido importantes cambios.

Brevemente veremos como ha cambiado nuestro paisaje.

Cuando empieza a poblarse la Casa de Fuenterrobles a principios del siglo XV casi todo el término municipal estaba ocupado por bosques de pinos, carrascas y robles. Solamente la cañada que desde el antiguo carrascal de Camporrobles, en las proximidades de esta población, y siguiendo una dirección Norte a Sur era tierra de pastos de la Dehesa Boyal. Muy buenos pastos por la calidad de la tierra y por la abundancia de agua que traía el Arroyo del Regajo que sería encauzado más abajo formando la Acequia Madre.

Pero el bosque sería continuamente sobreexplotado para la obtención de madera principalmente para el carboneo, así como para la creación de pastizales. El auge de la ganadería ocupó para pastos el conjunto de terrenos no cultivados de forma permanente. Se cercaron tierras de panes y surge un paisaje de cercas del que queda algún vestigio. Y como ejemplo de deforestación tenemos “el Cerro Pelado” que precisamente recibe este nombre por la ausencia de vegetación. A lo largo de dicho cerro vemos una docena de barracas de encerrar ganado, lo cual nos da idea de la presión que estas tierras hubieron de sufrir y de donde le viene el nombre.

Al tiempo que aumenta la población y la ganadería va perdiendo importancia se incrementa el cultivo de cereales. Durante los siglos XVII y XVIII y primera mitad del XIX el paisaje es totalmente cerealista salpicado de manchas arbóreas de pinos y carrascas. Sería a partir de 1850 con las crisis europeas del oídium y sobre todo a partir de 1868 con la destructiva filoxera cuando las viñas empiezan a ganar terreno, aunque el paisaje sigue siendo cerealista. Se dedica más labrantío a cultivos herbáceos que a cultivo leñosos (vid, muy pocos olivos y apenas algunos almendros que aparecen diseminados por los ribazos).

Hacia 1950, seguimos con un paisaje eminentemente cerealista pero las plantaciones de viñas adquieren un ritmo tan acelerado que en muy poco tiempo relegarían al cereal a un segundo plano. Aunque se plantan las viñas en terrenos menos apropiados para el cereal, pero que dan muy buenos resultados en la producción de uva y al dejar de ser rentable el cultivo de trigo y cebada se generaliza por todas las tierras las plantaciones de viñas. Incluso en tierras de la Cañada donde no había ni una cepa, ahora no hay ni una espiga. Y no había viñas porque se helaban y en estos momentos cuando se han reducido los hielos y ha aumentado la temperatura, la viña es más rentable. Vemos como la meteorología influye en el paisaje. Y si consideremos las extensas plantaciones de almendros podremos afirmar que aquel paisaje cerealista que nos caracterizó durante varios siglos ha pasado al recuerdo.

He intentado reducir al máximo la explicación para tener una visión general de nuestro paisaje que emociona en primavera con los campos floridos de almendros y en verano con la frondosa vegetación de las viñas.

Es nuestra Tierra Bobal, pero negros nubarrones se ciernen sobre el horizonte como necrófagas bandadas de cuervos y picarazas. Me refiero a las multinacionales que han puesto su punto de mira en nuestras tierras, cuyo precio lo pueden asumir y recuperar en muy poco tiempo gracias a las plantas fotovoltaicas. Con una población campesina envejecida y muchos jóvenes que no quieren seguir la tradición de sus padres viñadores, en muy poco tiempo esta hermosa tierra bobal quedará reducida a un erial. Y es que donde se asienta el capitalismo salvaje no vuelve a crecer una cepa ni un almendro ni una olivera ni una espiga. En algunos municipios se está limitando la superficie de placas solares a un porcentaje de las tierras de cultivo de modo que no se destruya nuestro patrimonio rural en esta hermosa TIERRA BOBAL.

 


No quiero imaginar al pie del telégrafo los huertos solares

No hay comentarios:

Publicar un comentario