miércoles, 25 de marzo de 2020

Mi tierra

Para mejor sobrellevar el confinamiento os propongo un juego que tiene de premio un libro: "Las vías pecuarias de la Meseta de Requena y Utiel: el patrimonio perdido".
Adjunto una poesía fuenterrobleña recién salida del horno y será ganador el primero que conteste a estas preguntas:
1.- ¿Qué es el frío atramento?
2.- ¿Qué significa "sangran rojos borbotones".
3.- ¿Qué significa "se atezan altas torres"?.
4.- ¿Que es el néctar bermellón?

Soluciones a avecuerca@hotmail.com



Mi tierra

En mi tierra
anida el frío atramento
en las estrellas de enero.

En mi tierra
sangran rojos borbotones
en las pardas sementeras.

En mi tierra
se atezan altas torres
con el sol canicular.

En mi tierra
corre el néctar bermellón
en la penumbra del trullo.

Es mi tierra:
fría y sonriente,
cálida y seductora.





miércoles, 18 de marzo de 2020

marzo y el pastor

MARZO Y EL PASTOR
(CUENTO POPULAR FUENTERROBLEÑO)


Hace muchos años vivía en Fuenterrobles un pastor que tenía un gran rebaño de cabras y de ovejas. Era muy rico porque además de la venta de los corderos obtenía gran cantidad de vellones que vendía a los dos telares del pueblo para hacer las jergas y suministraba leche de cabra a medio pueblo. Pero era muy avaro y codicioso, quería ser el más rico de todos. 

Muy trabajador, más que cuidar el ganado lo mimaba, siempre atento que no faltase pasto al averío y pendiente de las reses para que ninguna se muriera. No vivía nada más que para el rebaño. Por eso cuando llegaba el largo invierno, con esos días tan cortos que a la que te quieres dar cuenta se ha hecho de noche y con poca hierba, le cambiaba el semblante, se volvía tan huraño que mejor era no hablarle. 



Rebaño fuenterrobleño. Al fondo el pino de la viuda. Foto Paco Arroyo . 2005


Enseguida se le notaba cuando algún animal moría, lo cual era corriente con los intensos fríos, la nieve y sobre todo las heladas. Apacentaba en aquellos fríos días en el carrascal que había al pie del Cerro Pelado, entre los parajes de Pozo Seco y el Botear, de las ramas bajas de las carrascas y de alguna hierbecilla alimentaba malamente el ganado, siempre pensando en la primavera con los días largos y los campos reverdes de todas clases de hierbas. 

Pasaba el invierno clamando los cielos: ¡ay diciembre, apiádate de mí!¡ Qué no enferme ningún animal! ¡Enero, enero, no me mandes hielos que perderé mi ganado! ¡ay febrerillo. el corto, guárdate de los hielos! ¡Apiádate de mí! ¡Un poco de agua, que mueva la tierra! Así fue pasando aquel invierno sin que muriese ningún animal. Pero llegó marzo, el mes de los vientos, según pasaban los días se ponía cada vez más contento porque los días eran buenos ya se veía llegar la primavera. 

Los pastos eran abundantes, que el invierno no había sido muy crudo y  con las lluvias de febrero renacía la vida en los eriales, baldíos y barbechos. Eran los últimos días del mes y el hombre no se acordaba que si marzo tuerce el rabo no queda ni pastor ni ganado. El pastor que tantas plegarias había hecho a los cielos perdió el respeto, la vergüenza y la educación. -¡Ay. marzo, marzueco! -gritaba eufórico. Ya no me das miedo, ya estamos en primavera, ya no te temo. Vaya año bueno que me espera, que no se me ha muerto ningún animal. ¡Ay marzo, marzueco, cómo voy a disfrutar con tanto pasto! 

Pero marzo que vio como aquel pastor lo trataba tan orgullosa y desconsideradamente se enfadó y  así le dijo: -¡Con lo humilde respetuoso que eras! Con tres días que aún me quedan y cuatro que pida mi hermano abril, te he de ver gemir. Abrió marzo el saco de los vientos y soltó el cierzo con sus rachas huracanadas y frías que parecían afiladas navajas cabriteras. Luego soltó el matacabras que trajo una nevasquilla; continuó con el solano que vino levantando nieblas y acabó con el castellano que todo lo secó. Los animales enfermaron día a día y fueron muriendo. El pastor volvía a clamar: -Marzo, marcito, nunca te llamaré marzueco, déjame al menos un cordero para murueco.




Murueco joven pero con buenos atributos en el rebaño de Manolo Palomares


 Así lo haré -contestó enfadado marzo-, pero rabón lo dejaré. Después de los vientos abrió el saco de las piedras y del granizo y  se vio un pedrisco tan grande como nunca se había conocido. Era media tarde, de repente el cielo se oscureció como si fuera de noche. Al ver lo que se avecinaba el pastor corría por la vereda con lo poco que le quedaba de su gran rebaño y aunque los perros guardianes repretaban los animales, no le dio tiempo a  guarecerse en la Barraca Rafael, que era el aprisco donde encerraba. Nada más pasar la cruceta vieja empezó caer la piedra como huevos de gallina. Ese fue el fin del rebaño. 

El pastor aún pudo cobijarse bajo las ramas de un enebro, que aún lo podéis ver si pasáis por allí, con los perros y un cordero. Cubierto con la manta lona, atemorizado con aquel fenómeno de pedrisco esperaba el paso de la tormenta. Pero como la manta lona no daba mucho de sí, el cordero quedó con el rabo fuera y una  piedra se lo cortó. Este fue el fin de aquel gran rebaño de un pastor de Fuenterrobles que perdió la vergüenza y la educación.

Y como diría el amigo Gonzalo Gil Viana, alias Colorado, el kolo familiarmente: colorín, colorín, colorado, este pastoril cuento fuenterrobleño se ha acabado.

¡A dormir! Y deja de jugar con ese sarmiento encendido en la lumbre que te vas a mear en la cama.
¡Ala, Paquito, a dormir.
Hasta mañana.
Si Dios quiere.
Buenas noches.

(de la tradición familiar)

Como se ha perdido la ruralidad y también la ganadería extensiva, que de los veintidós rebaños que había en la década de 1950 ya sólo quedan dos, he creído conveniente señalar (por si no tenéis diccionario a mano, yo siempre lo tengo) que murueco o morueco es el semental del ganado ovino y cojudo el semental del caprino.





Manso que conduce los animales en el rebaño de Antonio Rey (a) el araña. Era una de la personas que he conocido con mayor dominio de la lengua castellana. Era un placer escucharle.






Cojudo en el rebaño de Manolo Palomares



lunes, 9 de marzo de 2020

El telégrafo

Me comentaban unos amigos de Alicante que leyeron el villancico "Ya vienen los Reyes Magos", que entendían que vinieran por la Talayuela o por la Serratilla, pero no que vinieran por telégrafo.
Les expliqué que se trata de un monte en el cual hay una torre de telegrafía óptica y prometí llevarles antes que se desmorone totalmente. 
La edificación es BIC, Bien de Interés Cultural, y solo puede actuar sobre la torre la propia Generalitat. Pero no están por la labor, que con declararlo BIC ya han cumplido. Es igual que el perro del hortelano. Bien distinto sería si la torre estuviera en el Montcabrer de la Serra Mariola, o en la Serra d'Aitana o en Sant Joan de Peynagolosa. Es que para la Generalitat hay sierras de primera, de segunda y hasta de tercera categoría.
Pero no hablaré del telégrafo, que todo lo referente a esta torre ya os lo contar próximamente nuestro cronista oficial Fernando Moya. Si quiero dejar en el blog el poema que le dediqué, el cual aparece en la primera selección de poesías fuenterrobleñas que con el título "Al pie de la sierra de la Avicuerca" publiqué en el año 2001. Precisamenta, la torre está situada en una cumbre de esta sierra que antes de su construcción se llamaba Cerro de Roque y hoy,Cerro del Telégrafo.

El telégrafo óptico

Anclado en tiempo remoto,   
lejos, en la sierra herido,
allí permanece roto,
resistiendo vil olvido,
el altivo mensajero
de palabra luminosa
entre pinos prisionero
con tupida red verdosa.
Muerde el cierzo veloz
viejas piedras calcinadas
quebrando la clara voz
de certeras cuchilladas.
Pasan el sol y la luna
y en silencio sumido,
deja la mala fortuna
aquel esplendor perdido.
Es errante el despertar
y tiene echada la suerte,
sólo le queda cruzar
la frontera de la muerte. 


Cubierta del libro de poesías fuenterrobleñas




domingo, 1 de marzo de 2020

Romance de la loba parda


Es muy nombrado en Castilla el romance de la loba parda. Esta versión de Fuenterrobles que he subtitulado "En el Vallejo de las Majadas" ha sufrido algunas modificaciones, especialmente en lo que se refiere a los parajes que cita, totalmente reconocibles en el campo fuenterrobleño: Hoya Quemada, las Majadas, Cerro [Pelado], la Cañada, la Serratilla y el Vallejo.

EN EL VALLEJO DE LAS MAJADAS

ROMANCE POPULAR DE LA LOBA PARDA
(VERSIÓN FUENTERROBLEÑA)

Estando yo en la mi taina,
limpiando la mía cayada,
las estrellas altas iban
y la luna rebajada.
Mal barruntan las ovejas,
no paran en la majada.
Vide venir siete lobos
riendo por la Hoya Quemada.
venían echando suertes
a ver a quién le tocaba.
Le tocó a una loba vieja,
resabiá, cana y parda
que tenía los colmillos
como puntas de navajas.
-¿Ánde vas loba maldita?
¿Ánde vas loba malvada?
-Voy por la mejor cordera
de las que hay en las Majadas.
Dio tres vueltas a la taina
y no pudo sacar nada
y a la otra vuelta que dio
sacó una cordera blanca.
-¡Aquí mis cuatro cachorros!
¡Arriba perra guardiana!
Que me matéis esa loba
y la cena tenéis doblada.
Los perros tras de la loba
las uñas se esmigazaban,
siete leguas la corrieron
por el Cerro y la Cañada.
Al subir la Serratilla,
la loba ya va cansada,
le va faltando el aliento,
los perros la repretaban.
Al cruzar por el Vallejo,
entre marañas de matas,
le dan unos pechugones
que en vilo la levantaban.
- Tomad, perros, la cordera,
sana y salva como estaba.
-No queremos la cordera
de tu boca loba mala,
que queremos tu pelleja
pa el pastor una zamarra,
que si no se la llevamos
cenaremos de la cayada.

(de la tradición familiar)

.... tenía los colmillos como puntas de navajas...