sábado, 27 de marzo de 2021

La antigua semana santa en Fuenterrobles

 

La antigua semana santa en Fuenterrobles


En la liturgia cristiana, la semana santa es una fiesta variable que viene determinada por la combinación de los calendarios lunar y solar. Una vez pasado el equinoccio de primavera que según los años puede ser el 21 ó 22 de marzo, la primera semana que tenga el plenilunio (luna llena) será la semana santa.

El domingo que inicia esta semana será el de Ramos y el siguiente el de Pascua de resurrección. Por tanto, el domingo de Pascua estará comprendido entre el 22 de marzo y el 25 de abril.

Si el 21 de marzo, día que entra la primavera, es sábado de luna llena, el domingo que le sigue, 22 de marzo, será la Pascua. Si la primavera entra el 22 de marzo y el día anterior es luna llena, la siguiente luna llena será 28 días después y si este día de luna llena es principio de semana (lunes), la Pascua será el domingo 25 de abril. Así venía determinado desde el Concilio de Nicea en el año 325 para tener luminosidad las procesiones nocturnas.

Los viejos consideraban que era mejor en abril pues decía que “Pascua enmarzá mucha hambre y mortandad. Así lo hemos oído.

Empezaba la semana santa con la procesión de los ramos que se iniciaba en el Calvario hasta la Iglesia. El miércoles santo había otra procesión desde el calvario. Ésta fue la primera que dejó de celebrarse. Había oficios religiosos el jueves con el lavatorio de los pies y el viernes vía crucis por la mañana y por la noche procesión del entierro con velas.

Los santos de la iglesia estaban cubiertos con unas telas moradas y no se podían tocar las campanas, así que todos los chiquillos nos reuníamos en la puerta de la iglesia con carracas y matracas y en determinado momento salía el cura diciendo. “Primer toque” y salíamos corriendo haciendo ruido con las carracas anunciando en las esquinas que marcaba la tradición el toque. De vuelta a la puerta de la iglesia esperábamos la indicación del segundo y tercer toque.

El sábado había hoguera en la puerta de la iglesia con la bendición del cirio pascual y el domingo de Pascua procesión del Encuentro con disparo de cohetes o tiros al aire con las escopetas de caza para anunciar la Resurección.

De la salida al campo a comer el hornazo ya hablamos el año pasado por lo que sólo nos queda hablar de la gastronomía propia de estos días. Se hacían dulces que se preparaban en casa según antiguas recetas cuyas cantidades venían expresadas en libras y onzas. Luego se llevaban a cocer al horno. En la puerta de los hornos pululaban numerosos chiquillos esperando la salida de las madres. Pero no dejaban probarlos porque decían que estaban calientes y sentaban mal. Se trabajaba al descuido pero ni por esas. También eran propias de estos días las empanadillas de pisto que bien se llevaban al horno (había quién decía que quedaban muy secas) o bien se freían en casa (había quién decía que tomaban mucho aceite). No podía faltar el potaje de bacalao desalado con huevo duro, relleno, espinacas o alcachofas. (no insistimos en la receta porque en cada casa había un toque personal). El postre estrella eran las pelotillas dulces que en pueblos vecinos llaman bocaíllos cuyos principales ingredientes son huevos, pan rallado, azúcar o miel, canela, refresco en sobre de gaseosa, limón rayado, naranja, agua y aceite. Y como acabo de decir, no entramos en la elaboración por los toques personales que son diferentes en cada casa.



                                                                Fuenterrobles. Circa 1965

Otras costumbres propias de esta semana eran los vergeles y las "enramás y los pelindangos". Enb la página 250 y siguientes del libro "Fuenterrobles, memoria de un pueblo",  Rosa Julia Cañada Solaz da testimonio de estas dos últimas tradiciones perdidas. Allí me remito.

viernes, 19 de marzo de 2021

Las fallas de Fuenterrobles

 

Las fallas de Fuenterrobles
Don José Gras Ramón, natural de Gandía y maestro en
Fuenterrobles,cuyo magisterio aún es recordado,
plantó una falla infantil en su escuela en 1942. Este mismo año se crea la comisión fallera que plantaría un monumento en 1943. Por el éxito alcanzado continuó la comisión y en 1944 plantaron plantaron una falla espectacular con ofrenda, cabalgata y libro fallero.
De todos los pueblos de la comarca acudieron a la fiesta más personas que habitantes tenía el pueblo (1.400) Ello significó un verdadero problema en aquellos años de necesidad (léase hambre) recién acabada la guerra. Eran los años que llamaban "de la gana".
Fue complicado dar alojamiento y comida a tanto personal durante dos días.
Empieza el libro de la falla explicando la situación:
"Al acabar la contienda
de nuestra guerra civil
quedaron mal las hacienda,
sin artículos las tiendas
y hasta sin "oli" el candil.
Bailes, jaleos y fiestas,
cantares y algarabías
pero de arroz y garbanzos
"la pancha" casi vacía.
se sémolas en paquete,
de pan de higos y de arrope,
de lentejas y de gachas
quedamos hasta el cogote....
(continúa)
Finalizada la "cremá" se procedió al apunte para el año venidero. Pero no prosperó. Me contaba Francisco Gil (kiko) miembro de la comisión que el tío Argimiro exclamo: "500 pesetas para que no se hagan (más de 50 jornales del campo). Es que en su casa se alojaron durante dos días 23 personas.
Ya no se hicieron más fallas. Tomó el testigo el comercio de Utiel, importante centro comercial del País, cuya área de influencia se extendía por la Serranía Alta de Cuenca con capital en Salvacañete; por la Serranía Baja con capital en Mira; por la Manchuela conquense con capital en Iniesta y por la Manchuela albaceteña con capital en Casas Ibañez.
Este fue el origen de las fallas de Utiel que tanto han contribuido a su economía. No hay que buscar su origen en los nombrados "pelindangos" tan nombrados en todos los pueblos del obispado de Cuenca, al que pertenecimos hasta 1957. Tampoco en las hogueras que se hacían en las vísperas de fiestas como las dedicadas a san Julián el"cestero", segundo obispo de Cuenca y patrono de la provincia a la que pertenecimos hasta 1851, o a la patrona de Venta del Moro con una hoguera a la Virgen del Loreto de dimensiones catedralicias. Ni siquiera a los hogueras que dedicadas a san Antón se hacía en todos los lugares habitados de la comarca. Igualmente no hay que buscar su origen en la nula valencianización de las costumbre en aquellos años (a excepción de bastantes palabras de origen valenciano que se han incorporado a nuestra habla).
En conclusión:
Las fallas de Fuenterrobles murieron de éxito.
El origen de las fallas de Utiel hay que buscarlo en su comercio, en aquellos años muy actico y emprendedor.







Ana Fernández, Luisfran Lopez Yeves y 2 personas más

sábado, 13 de marzo de 2021

Mi padre fue labrador

 Mi padre fue labrador

y yo nací jornalero.

¿Porqué no tengo la yunta

si es el campo lo que quiero?


Labrar las tierras rojas

que ven crecer el majuelo

al abrigo de los aires

en los cálidos vallejos.


Beber el rosado mosto

que cuidaré con esmero

en los bobales antiguos

que saca suave tempero.


Labrar las tierras pardas

que dan candeales trigos

los soles primaverales

de los barbechos tan fríos.


Comer las tiernas hogazas

que amasaré con amores

de las mieses tan templadas

regadas con mil sudores.


Un día cuelgo los zapatos

en la ciudad sin estrellas

y me vengo para el pueblo

con unas albarcas nuevas.




sábado, 6 de marzo de 2021

la bellota coscolina

 

 

LA BELLOTA COSCOLINA

 

        Algunos propietarios de carrascas recolectaban las bellotas para la alimentación de los cerdos y aquellos frutos que no recogían los cedían a los jornaleros. En cambio era libre la recogida de las bellotas de coscoja (Quercus coccifera) que se conoce con el nombre vulgar de mata rubia. Se trata de una bellota amarga llamada bellota coscolina y era apreciada para la alimentación de los cerdos “porque hacía mucho tocino”.

        Consideraban una desgracia que el gorrino saliese con escaso tocino (gordo), y no es que apreciasen mas esta carne que las magras para la alimentación, es que el tocino cuando se fríe desprende la grasa que después es recogida en graseras donde se solidifica. Luego se sacaba a cucharadas y se empleaba para guisar y hacer jabón.

        Hay que tener en cuenta que la plantación de olivo no cubría las necesidades de la población y, además, no todos tienen oliveras y éstas son muy irregulares en la producción, llegando a recogerse en un año hasta la quinta parte de la cosecha precedente. Hay que considerar que la plantación de oliveras es bastante reciente. En las numerosas hijuelas y documentos post-mortem que he estudiado del siglo XIX no se citan oliveras. Solamente una referencia y se trataba de una viña con algunas oliveras sueltas. La plantación de oliveras es del siglo XX. 

Así pues, la manera tradicional de guisar era con los productos del cerdo. La grasera era un utensilio de todas las casas, en las de los jornaleros y en las de los hacendados.

        Por esta necesidad de obtener tocino y manteca se criaban cerdos de raza céltica que alcanzan mayor peso que la ibérica y además son más tocineros, especialmente si se alimentaban con araza (maíz). Pero sólo disponían de este cereal los propietarios de huertos en la Vega (tierras de regadío) así que los jornaleros en los temporales o en los días de paro estacional, para no estar ociosos y llevar algo a casa sustituían el maíz por la coscolina. Era una recolección costosa porque se recogían una a una y las marañas de matas castigaban las manos.

 

 

    Mata rubia o coscoja