El
jornal del segador consta de dos partes, una en dinero y otra no menos
importante en comida y vino.
El labrador proporciona a la cuadrilla
tres comidas. Antes de la salida del sol, los segadores, al mando del mayoral
ya se encuentran en el campo dispuestos a empezar una nueva jornada.
A las nueve, puntualmente, se presenta “la restrojera”*. “Era costumbre un día
gazpacho de segador y una tajá gorda y otra magra (o una chulla de cordero) y
al día siguiente patatas fritas y el mismo segundo plato. Y todos los días,
fuera cual fuera el almuerzo una cabeza de ajos asada por segador para que no
se acercara la víbora.” (Arroyo, 2002: 48).
Hasta la hora de comer se hacen varias
paradas cortas de descanso. Es lo que se llama fumar o echar una gota. Ésta es
un trago de cazalla con agua fresca.
Poco antes de comer ya está la
restrojera en el “piazo” preparando la comida. La puntualidad es
importante que a los segadores, tonterías pocas. Se decía que una cuadrilla
plantó a un labrador por cuestiones de comida.
La comida del mediodía alternaba el
arroz de segador con el puchero. El arroz era de tipo caldoso en el cual nunca
faltaba un buen trozo de güeña por comensal.
Más apreciado era el puchero porque
tenía tres “aboques”. Primeramente se
“espizcaba” pan en abundancia en una cazuela grande y se
abocaba el caldo. No se usan platos, de la cazuela todos sacaban “mojá”.
Después se abocaba en la cazuela el
resto del cocido: patatas, garbanzos, cardo, morcilla tocino, etc. Pero antes
de empezar a comer se volvía al puchero la carne y una vez comida la parte vegetal
se hacía el tercer aboque de la carne muy bien equilibrada y repartida la
cantidad para que hubiera un trozo de cada clase a todos los comensales.
En cierto momento de la comida, el
mayoral daba un golpe con la navaja o la cuchara en el rabo de la sartén o en
la cazuela y todos los segadores dejaban de comer. Entonces se iniciaba, de
derecha a izquierda, una ronda de vino de la bota de cuero o de la calabaza y
al finalizar se volvía a la cuchara. Había varias rondas de vino durante la
comida y la final.
Por la noche, en la casa del labrador se
cenaba un segundo plato de carne, principalmente de “tajás” de orza y un
primero que podría ser arroz con bajocas pintas, potaje, olla, etc.
El remate de la siega se celebraba en la
casa del labrador con una enorme paella de pollo de corral y dulces
tradicionales.
La
Virgen la cueva santa
se
le amaneció a un pastor
y
en los barrancos decía:
¡carne y vino al segador!
Calabaza y bota de vino de los segadores. Museo de Fuenterrobles
Fotografías de Ricardo Rodríguez Briega. 2019
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