jueves, 30 de abril de 2020

El canto del mayo, patrimonio perdido

Los mayos son cantos de la ronda de los mozos en la noche del treinta de abril. Muy extendidos en la Comarca, hoy, en casi todos los lugares, forman parte del recuerdo de las personas mayores y aunque se conserva la música y la letras, consideramos que constituyen parte del patrimonio perdido desde el momento en que dejaron de cantarse, como es el caso de Fuenterrobles.

Aún se cantan en Camporrobles, Requena y Venta del Moro y en sus aldeas de Casas del Rey y Jaraguas todavía se canta el mayo a la Virgen. También se canta a la Virgen en las Casas de Utiel.Es significativo el caso de Venta del Moro, que es el pueblo que mejor conserva las antiguas tradiciones Y si alguna cayó en el olvido, como los vergeles o la hoguera en honor de san Julián "el cestero", segundo obispo de Cuenca, hace algunos años que se recuperaron.

El mayo de mozas de Fuenterrobles ha sido magistralmente estudiado por Rosa Julia Cañada Solaz en la ponencia que presentó en el IV Congreso Nacional de Artes y Costumbres populares titulada: Verificación del modelo semiótico aplicado al análisis del texto folklórico: el mayo de mozas de Fuenterrobles.

Hemos leído el texto completo de la ponencia en el libro de Fermín Pardo y María Teresa Oller titulado: Los mayos en el campo de Requena-Utiel y otras comarcas valencianas, editado en 1997 por el Centro de Estudios Requenenses. Y para saber más, hay que leer el libro de Mariano López Marín "Etnología y costumbres populares de Salvacñete", ediciones Rodeno, 2016.


Paso a transcribir el mayo de mozas de Fuenterrobles. El mayo que se dedicaba a la Virgen lo dejamos para otra ocasión.



Foto: Paco Arroyo




MAYO DE MOZAS DE FUENTERROBLES

Ya estamos a treinta
del abril cumplido,
alegraos damas
que mayo ha venido.

Bienvenido mayo
bienvenido sea
regando las flores 
de la primavera.

Viene tu galán
prometiendo mayo
con verdes pimpollos
blancos y encarnados.

Encarnada rosa
feliz primavera,
los que han de cantar
tu licencia esperan.

Esperando estamos
luz de la mañana
con el cielo abierto 
y el sol en tu cara.

Cara pintó hermosa
número de Apeles
para dibujarte 
no traigo pinceles.

Pinceles son plumas
una me has de dar
de tus alas bellas
águila imperial.

Águila imperial
que al sueño reposas
despierta si duermes 
y oirás tu copla.

Copiosos y rubios
tus cabellos son,
tu cabeza es ara 
de la discreción.

Con discreción brillan
tus finos pendientes
formando cupidos 
flores en tu frente.

Frente y cejas rubias
tus pestañas brillan,
tus ojos luceros
deslumbrante niña.

Deslumbrantes son
tus mejillas bellas,
tu nariz al punto
discreción de perlas.

Perlas son tus dientes,
tu boca un clavel,
tu labio partido
dulce panal es.

El panal sellado
que a tu barba baja
es dulce y sabroso
que el pecho te esmalta.

Esmaltados y torpes
son los que atormentan
que a las nieves cuajan
fuentes que alimentan.

Alimentos son 
señora tus brazos
con diez ramilletes
de jazmín tus manos.

Manos tan divinas
nunca se pintaron,
cuerpo más perfecto,
talle más delgado.

Delgada sois, niña,,
podéis perdonar
tu hermosura tanta 
no puedo pintar.

Pintaré tu garbo
menudito el pie
chiquitito encanto
hechicera es.

Hechicera es
esta señorita,
señorita Tere
de esta calle aurora.

Aurora en sus luces
pintó una azucena,
mayo te prometo
sea enhorabuena.

Sea en hora buena
pimpollo de mayo
que al señor Toribio
por mayo has llevado..

Quiérelo madama,
quiérelo olorosa,
clavel jaspeado
y encarnada rosa.

Encarnada rosa,
azucena Blanca,
reina de este barrio,
de esta calle maya.

Maya de galanes
que solo nos falta
una bendición 
de tus manos blancas.

Blanquea la aurora 
y le dice al sol
espejo brillante
quédate con Dios.

Quédate con Dios 
que el mayo se queda
con mil resplandores 
a tu cabecera.

Adiós alhelí,
adiós, rosa bella,
adiós clavellina,
adiós, azucena.



martes, 28 de abril de 2020

Recuerdos de la vega de Fuenterrobles


Por las mañanas temprano paseaba por la vega de Fuenterrobles y todos los días descansaba en un banco de piedra, frente a la olmeda de Emilio y escuchaba con deleite los trinos de ruiseñores y jilgueros. Cuando se levante el confinamiento, lo primero que haré será ir a Fuenterrobles.



Bordaban los ruiseñores
por los altos de la vega
manteles de rojo y verde.

Coloreaban los jilgueros
por los bajos de la vega
lienzos de rubio y celeste.

Rojo. verde, rubio, celeste,
los colores de la vega
que mis recuerdos encienden.

Quiero volver a la vega,
al huerto y a mi aldea. 





Paseo de la Vega de Fuenterrobles

miércoles, 22 de abril de 2020

La zorra y la uva



Deambulaba una astuta zorra por los alrededores de Fuenterrobles por ver si podía llevarse algo a la boca. El año había sido corto y ya bien entrado el otoño no quedaba en el campo ni garrapito.


Viendo mal el asunto del condumio se acercó a la labor del tío Jerónimo en la Casa del Horcajo. Dio tres vueltas al caserío y a la otra vuelta que dio, Miguel el Horcajeño le soltó un escopetazo que se libró por los pelos.



De mal en peor, pensó que en la rica población de Jaraguas calmaría la gana que desde hacía algunos días no le dejaba descansar.

Bien que recorrió aquellos lugares y viendo que no había nada que rascar pensó con buen criterio que sus males acabarían en algún caserío de la ribera del río Cabriel. En aquellas fértiles tierras de ubérrimas huertas siempre encontraría algo que algún ribereño descuidara.

Camino del río, al poco de dejar Jaraguas paró en la Fuente de la Zorra que fue dominio de su bisabuela y luego de su abuelo hasta que emigró a casa de un una hija en Vadocañas. A estos parajes les tenía mucha querencia que desde pequeño sus padres la llevaban a pasar algunos días con la familia.

Se emocionó el animal recordando aquellos felices días de conzorria familiar. Cómo recordaba cuando se comieron una gallina que su padre sacó en un descuido a los Monteagudos en su caserío de Gil Marzo. Las lágrimas le resbalaban por aquella demacrada cara de tantos días a dos velas. Bebió agua para recobrar las pocas fuerzas que le quedaban y continúo viaje.

Al llegar a Venta del Moro dio un rodeo y no quiso parar. Si nada había conseguido en Jaraguas, ¿qué podría sacar en la Venta? Las casas que se agrupaban en callejones se protegían unas a otras y disponían de una sola entrada que sólo permitía el paso de un carro, ademas los corrales eran de altas tapias coronadas con aliagas.

También tenía malos recuerdos de esta población que un primo suyo, algo atrevido, salto a la caja del carro del tío Ignacio Latorre que venía de labrar del Corral de la Morena y pudo entrar sin dificultad en el corral inaccesible, anexo a su casa en el Callejón de la Sorda.


Muy bien que cenó aquella noche una gallina en pepitoria, pero vino un temporal de agua de cuatro o cinco días de lluvia y el tío Ignacio no salió del cuquero. A mi primo le perdió la gula que cada noche se cepillaba un gallináceo. En uno de aquellos festines se dio de aperitivo una ingleseta que era la llueca y estaba incubando una docena de huevos (lloca en valenciano y clueca en castellano) y la señora de la casa, la tía Rosa Murcia, la echó en falta y se percató que algo raro pasaba. Al hacer recuento, al tío Ignacio se lo llevaban los demonios del enfado que tenía y montó guardia al anochecer. Lamentablemente de un certero tiro mi primo la diñó.


Camino del río se apartó de las Casas de Moya, que allí son los hombres montaraces, que viven del monte, de las caleras y de la fornilla que gastan en las destilerías de Utiel y en los hornos de pan cocer. Como serán que se van al monte sin comida, solo con el pan y el vino y todos los días comen carne. Son los mejores cazadores de la contorná. ¡Cualquiera se atreve a atravesar la Derrubiada!.



Mejor pensó tomar el camino de las Casas de Pradas, que aquí son buenos labradores que cultivan hermosas oliveras que dan el mejor aceite de la Comarca, aunque los de Caudete de las Fuentes dicen que es mejor el suyo.

Por fin llegó a la ribera del rio Cabriel, cerca del caserío que llaman El Retorno. Nada más llegar se le abrieron los ojos como platos. Y es que junto al río crecía una gran parra de la que colgaba un hermoso racimo de bobal.

Le cambió el semblante, ya se relamía, por fin calmaría aquellas tripas que parecían una guitarra flamenca.

Dio un salto y no pudo coger nada. Se retiró un poco para coger carrerilla y tampoco, aunque rozó los brillantes granos. Pero no se desesperó, era su oportunidad. Se alejó algo más y con la vista fija en el bobal, ella misma se animaba: ¡Ahora o nunca! ¡Alante con los faroles! Y tras una veloz carrera dio un salto con tanto ímpetu que cayó al río y mientras la arratraba la corriente, sin dejar de mirar el racimo se le oyó que decía: bien me viene, a Cofrentes iba.




Y como diría el amigo Gonzalo Gil Viana (a) Colorado, familiarmente el Kolo: colorín, colorín, colorado este zorrero cuento se ha acaba.


En Mutxamel, a las 23 horas del miércoles 22 de abril, cuadragésimo día de confinamiento.



viernes, 17 de abril de 2020

Levantando pasiones en la Puerta del Capitán

Dedicado a las mujeres de Fuenterrobles



Mirad que río salado
llega a la plaza encendido, 
estampas de tierra y mar
traen aires de colorido.

Han escrito en los fogones
el libro de mil sabores
que recogen tradiciones,
herencia de sus mayores.

No echan sal a los poemas,
que salan con las miradas
rimados versos cocidos
en cazuelas plateadas.

No echan el dulce azucar,
que endulzan con corazones
versos de almendra y harina
amasados con amores.

Arrollando cuando pasan
van levantando pasiones.
¡Qué vaivén dulce y salado!
¡Qué lujuria de colores!


(del poemario "Al pie de la sierra de la Avicuerca"
                                              
Asociación amas de casa de Fuenterrobles. Foto Paco Arroyo







arrollando cuando pasan... Foto Paco Arroyo


rimados versos cocidos en cazuelas plateadas...Foto Paco Arroyo






































lunes, 13 de abril de 2020

Orquesta Cimas

El 4 es un buen número. Cuatro eran los días de fiesta en los Santos de septiembre y en la Candelaria. También eran cuatro los festivos en Navidad y en la Pascua de Monas. Eran días de cine y baile. Para el cine estaba el salón Tívoli y los bailes se alternaban en el salón Florida en la Cuesta de los cerezos y en el salón del tío Pichules en la Puerta del Capitán, que antes había sido local de cine mudo. Contrataban un acordeonista y la batería la ponía la casa. Abajo la tocaba Gerardito y arriba Milagros e incluso llego a tocar mi amigo Fran. Cuando los tiempos mejoraron llegaron las orquestas y entre ellas estaba la orquesta Cimas formada por dos de Fuenterrobles, uno de Las Cuevas y otro de Camporrobles, lo mejorcito de la Comarca. Hoy, segundo día de Pascua, imaginariamente, nos comeremos la mona en la Casa del Horcajo y luego bailaremos con la orquesta Cimas, que por cierto, tocaban muy bien.


La orquesta cimas. Postal publicitaria

miércoles, 8 de abril de 2020

La Pascua de Monas.

A llevar la mona
y a jugar al corro
todas las muchachas
del brazo del novio.

Era costumbre los días de Pascua de Flores bajar a comer la mona (el hornazo) al descansadero de los rebaños trashumantes junto al Abrevador Real. Allí bajaban Dionisio y Emilio con un carro cargado de golosinas que era la delicia de los más pequeños.




Cestilla de pascua donde las mozas llevaban la mona a los pascueros


En aquellas tardes nunca faltaban las canciones propias de aquellos días como carrascales y tararas:

Carracal, carrascal 
que bonita serenata,
carrascal, carrascal 
que me estás dando la lata.

¿Qué es aquello que reluce,
uce,
en lo alto el campañario
ario, 
una lata de tomate,
ate,
que le han quitao la etiqueta

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La tarara, si
la tarara, no
la tarara madre 
que la bailo yo.

Un día de Pascua 
Juanito lloraba 
porque la Saleri 
no le funcionaba,

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"La Saleri", camioneta donde Juanito llevaba excursionestas estos días de Pascua

Y en los altos del Abrevador, cuando caía la tarde y el solano soplaba con fuerza levantando nieblas, se volaba la birlocha (del valenciano milotxa), que aquí nunca se dijo cometa.






En los altos del Abrevador recordando como se volaba la birlocha
hacia 1995. Foto Paco Arroyo.





 También se jugaba a saltar la cuerda, aunque estos juegos se ejecutaban durante todo el año, Pero propios de estos días, y solamente de estos pascueros días eran los juegos que llamaban de pasillo. Juegos mixtos que ya constituyen lo que vengo llamando "patrimonio perdido".

De hecho, las personas nacidas después de 1960 nunca han jugado y ni siquiera han cantado aquellas canciones que acompañaban a estos juegos como bien he podido comprobar.

No voy a explicar como se jugaba. Los juegos se aprenden por imitación. Si alguien está interesado puede preguntar a "personas mayores", aunque si que voy a escribir las canciones. La música es otra cosa.

He dicho "patrimonio perdido", pues aunque se conserven las letras y la música,  y aún ciertas personas tengan los recuerdos, como ya no se juega, no hay duda, es patrimonio cultural perdido.

Éstas son las canciones:


¿Qué haces ahí mozo viejo?

¿Qué haces ahí mozo viejo,
que no te has casado,
que te estás arrugando,
como los demás?

Que dame la mano,
morena resalá,
sale el sol
por la esquina rechalina
de mi amor, 
voy a ver la verbena
mi marido y yo.

Que salga la madama
vestida de pollo pera
y si no tiene trinchera
que le pida a pollo pera.
que tiene mucha trinchera.

Ese cuerpo, 
ese talle, 
ese poquito meneo,
ese cuerpo saleroso
que vale tanto dinero.


II

Andando por un camino

Andando por un camino, 
cansado de andar,
a la sombra de un árbol
me puse a descansar.

Estando descansando,
por allí pasó
una chica muy guapa
y de mi se enamoró.

Rubia de cabellos,
blanca de color,
estrecha de cintura,
así la quiero yo.

Le dije"Niña hermosa,
¿te quieres venir
a la pastelería?"
y me dijo que si.

Papeles con papeles,
cartas con cartas.
palabras de los hombres
todas son falsas.

III

La señorita ...... que creída está

La señorita  (nombre de la chica)
que creída está,
que se va a morir
de tanto pensar.

Si piensa en su novio,
su novio no la quiere
por eso (nombre de la chica)
de pena se muere.

A (nombre de la chica) le vamos a dar
chocolate con aguarrás
y a su novio le daremos
chocolate con buñuelos.

Que salga usted,
que la quiero ver bailar,
saltar y brincar,
dar vueltas al aire
por lo bien que lo baila esa moza,
que la dejen sóla,
solita bailando.

Hogaño nos comeremos la mona en casa que en tiempos de corinavirus lo mejor es no salir del cuquero.



miércoles, 1 de abril de 2020

¡que se toquen los cojones!

Empiezo con un fragmento de un poema del admirado y estimado D. Antonio Machado:

Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil...

Estas lluvias que canta el poeta y los calores de los casi primaverales días que ya alargan las horas de luz provocan la eclosión del herbaje primaveral con fuerza brava. Y una de estas hierbas que nacen en los sembrados son las collejas. Es una planta comestible que según el decir de los pobres  es una verdura muy fina y nutritiva. 

Me contaba mi pariente Pepe el de la Claudia:

Se creían los ricos
que iban a morir los pobres,
han salido las collejas,
¡que se toquen los cojones!

Collejas,una verdura muy nutritiva. Foto Paco Arroyo














Arroz con collejas, potaje de collejas, tortilla de collejas, huevos arrastraos con collejas y ajos tiernos, crudas en ensalada... ¡ Y que se toquen los cojones!



Collejas en un cebadal. Foto Paco Arroyo




















Era una antigua costumbre que los pobres fueran a coger collejas a los campos de los terratenientes. Luego les llevaban una cesta y estaba establecido que les obsequiaran con un puchero de grasa, se supone que para hacer jabón. Se supone.


Collejas en un erial. Foto Paco Arroyo




















Se complementaba la vegana alimentación con los espárragos de tamarilla que igualmente crecen en los sembrados. También son muy nutritivos. Así se recoge en un dicho comarcal que aparece  en el diccionario del señor Feliciano A. Yeves, buen maestro y gran cronista oficial que fuera de la villa de Venta del Moro: el comer es de mucho alimento. 
                                                                                                                                                                                             
Planta de la tamarilla en un sembrado de cebada
Foto de Paco Arroyo