domingo, 28 de febrero de 2021

El esparto

 

EL ESPARTO

 


                                            Haciendo pleita.  Dibujo de MV. Boyero


El esparto o atocha (Stipa tenacissima L.) es una planta perenne de la familia de las gramíneas que crece espontáneamente en suelos esteparios. Presenta un tallo aproximadamente de un metro de altura coronado con una panoja que contiene la semilla parecida a la de la avena. Esta planta graminácea presenta hojas arrolladas sobre si misma, filiformes, de hasta sesenta centímetros de altura, florece en mayo y fructifica en julio.

        La recolección se hace principalmente en agosto, con tiempo seco para no perjudicar la planta, aunque también se puede recolectar hasta finales de otoño. Se efectúa la recolección enrollando un manojo de hojas sobre un palito y tirando bruscamente. Así se respeta el tallo y raíces y sólo se coge lo que es útil.

        En Fuenterrobles sólo se encontraba esparto en el paraje conocido como “el Atochar”, pero aquellas tierras fueron roturadas desde muy antiguo y hoy son de cultivo no apreciándose vestigios de las atochas. Se recolectaba en los Barrancos, por la zona de la Cueva Santa, en épocas de recogida libre. En algunas épocas la producción se subastaba y no se podía coger, entonces se compraba en la Plaza a vecinos de Villargordo del Cabriel que venían con carros a venderlo. Más apreciado era el que traían de Las Casas de Moya, esparto de excelente calidad por su longitud y grosor que cosechaban por los montes de La Derrubiada.

        Nadie se ha dedicado a trabajar el esparto a tiempo total. Es más, se ha menospreciado a estos artesanos y se decía: “quien trabaja el esparto de pan no se ve harto”. Sin embargo, todos los labradores sabían tejer y elaborar los útiles necesarios para las recolecciones como vencejos, espuertas, cuévanos, etc.

        Esta artesanía era propia de los meses fríos, cuando no se puede trabajar en el campo por las inclemencias del tiempo. En los temporales de invierno y en los nevascos salían de casi todas las casas de labradores el ruido de agramarlo para separar sus fibras. Esta operación se llamaba “picar” y consistía en golpear un manojo de esparto con una maza de carrasca sobre una superficie dura.

        Antes de empezar a trabajarlo  había que enriarlo, operación que llamaban cocer y consistía en macerarlo durante tres semanas. Así se conseguía en las fibras mayor resistencia y los objetos fabricados tenían mayor duración.

        La base de todos los útiles es la pleita, una faja muy flexible de esparto trenzado sin picar. Generalmente era de trece ramales, aunque podría ser de más siempre que fuera número impar. Para “los remates” y para determinados útiles se utilizaba el recincho, otra faja flexible más estrecha (de cinco ramales) con el esparto picado. Estas fajas se unían con unas agujas especiales con cordeta, una tira fina formada por tres ramales trenzados de esparto picado, o con cordelillo, también de esparto picado que se hace con dos ramales enrollados sobre sí mismos  y posteriormente vueltos a enrollar entre sí.

        Algunos objetos de esparto en la casa del labrador eran: Aguaderas ( agüeras), aguarillas, álabes (pronúnciese alabes), alborgas (esparteñas), aventadores, baleos, baleo peludo, barcillos, barzas, bozos, cinchas, cinchos de trillar, cordeles, cosederas,  cuerdas de florear, cuévanos, esparteñas, espuertas, esteras, mantas sarria, ramales, redes de la paja, riendas, sarrietas, sembradoras, serones y vencejos.

En Fuenterrobles había muy buenos esparterros como Pedro Juan (el de Josefina la duce) o José López Ballesteros y en la siguiente generación encontramos a Emilio Fuentes, Dámaso Lorente y  Paco Mislata.

        Hoy ya no quedan fuenterrobleños que trabajen el esparto por lo que esta artesanía o industria rural está prácticamente desaparecida. Gran parte de la población no ha visto muchos de los utensilios de esparto e incluso ni siquiera ha oído hablar de ellos, cuando no hace muchos años eran objetos de uso corriente.

 Yo tengo algunas nociones de esta artesanía y en el verano de 2020 inicie un taller con tres aprendices que elaboraron objetos muy bonicos. Hasta fuimos a los Barrancos a recoger esparto pero por causa de la corina virus no hemos podido avanzar mucho. Cuando se pueda volveremos al trabajo y si alguien quiere participar, pues bienvenido.


           Atochas en el barranco de la Cueva Santa

sábado, 20 de febrero de 2021

Padre, que el pan me roban

 

La tormenta

 

Como ala de viejo cuervo 

la cúpula acongoja

con bramido aterrador

que trae la brisa del mar.

 

Eléctrico golpe revienta

rasgando la densa bruma

y en un instante profundo

se recorta el horizonte.

 

Un sordo runrún acecha

sobre los campos sin teja

y las nubes garbancean

sin techumbre que proteja.

 

Un reguero candeal

se esfuma por la besana

huyendo de las artesas

que desoladas aguardan.

 

¡Padre, que el pan me roban!

No quiero ser labrador.

 

        FAM, nov. 2020




Tormenta en Fuenterrobles. Foto de Paco Arroyo




sábado, 13 de febrero de 2021

Como nuestros abuelos prevenían el infarto

 

La Sangría: una antigua práctica médica

 

En el año 1751 contaba Fuenterrobles con una población aproximadamente de 230 habitantes. Según se dice en el Catastro de Ensenada, el vecindario tiene “un cirujano asalariado que reside y es vecino de la Villa de Utiel y viene a tiempos a visitarles y cortarles las barbas y sangrarles y le pagan por su ajuste diecisiete fanegas de trigo por año, que a diecinueve reales cada una valen 323 reales”. Esa cantidad equivalía a 92 jornales campesinos.

La práctica de la sangría. Es decir, extraer sangre del cuerpo para curar enfermedades se practicó desde la más remota antigüedad. En el siglo XVIII era habitual en Fuenterrobles, según recoge el documento citado, pero en el siglo XIX, poco a poco, fue cayendo en desuso, siendo sustituida esta práctica en nuestro pueblo por tisanas de mesto que cumplían la misma función. Me comentaba un anciano que a su padre, nacido en 1858 aún le llegaron a hacer alguna.  También sacaban sangre por medio de sanguijuelas, pero de esta práctica no tenemos noticias que se haya practicado en Fuenterrobles.

¿Y por qué nuestros antepasados se hacían sangrías? Según me comentaban los viejos, la sangre con el uso se hace basta y hasta puede formar cuajarones que llegan a obstruir las venas y arterias, y en este caso, con fatal resultado. Con la sangría el cuerpo renueva la sangre y ésta adquiere fluidez previniendo complicaciones.

El mesto es un arbusto que se cría en Fuenterrobles. Es un híbrido de carrasca y alcornoque que puede alcanzar más de dos metros de altura. Florece en primavera y sus frutos que son bayas maduran en verano.

La manera de hacer la tisana era calentar agua con una pequeña cantidad de ramitas y hojas y al empezar a hervir mantenerla en el fuego muy poco tiempo (como antes hacían un huevo pasado por agua, lo que dura un padrenuestro). Se tomaba por las mañanas, en ayunas durante nueve días seguidos y así rebajar la sangre para adquirir la fluidez necesaria. Cada seis meses repetían.

Esta tisana no sólo se hacía en Fuenterrobles, pues era muy corriente en muchas comarcas del País Valenciano. Cuando vivía en un pequeño pueblo de la Hoya de Castalla (Alicante) vi a un anciano con un ramo de mesto y al preguntarle que uso hacía me dijo que “per a rebaixar la sangr”.

Así me lo contaron y así lo digo.

Desde hace algún tiempo se consigue la fluidez de la sangre con un medicamento que requiere un estricto control médico. Es el sintrón, conocido de todos los que tienen familiares mayores.


                                    

                                            Mesto entre matas de "mataparda"