EL ESPARTO
El esparto o atocha (Stipa tenacissima L.)
es una planta perenne de la familia de las gramíneas que crece espontáneamente en suelos esteparios. Presenta
un tallo aproximadamente de un metro de altura coronado con una panoja que
contiene la semilla parecida a la de la avena. Esta planta graminácea presenta
hojas arrolladas sobre si misma, filiformes, de hasta sesenta centímetros de
altura, florece en mayo y fructifica en julio.
La recolección se hace principalmente en
agosto, con tiempo seco para no perjudicar la planta, aunque también se puede
recolectar hasta finales de otoño. Se efectúa la recolección enrollando un
manojo de hojas sobre un palito y tirando bruscamente. Así se respeta el tallo
y raíces y sólo se coge lo que es útil.
En Fuenterrobles sólo se encontraba
esparto en el paraje conocido como “el Atochar”, pero aquellas tierras fueron
roturadas desde muy antiguo y hoy son de cultivo no apreciándose vestigios de
las atochas. Se recolectaba en los Barrancos, por la zona de la Cueva Santa, en
épocas de recogida libre. En algunas épocas la producción se subastaba y no se
podía coger, entonces se compraba en la Plaza a vecinos de Villargordo del
Cabriel que venían con carros a venderlo. Más apreciado era el que traían de
Las Casas de Moya, esparto de excelente calidad por su longitud y grosor que
cosechaban por los montes de La Derrubiada.
Nadie se ha dedicado a trabajar el
esparto a tiempo total. Es más, se ha menospreciado a estos artesanos y se
decía: “quien trabaja el esparto de pan
no se ve harto”. Sin embargo, todos los labradores sabían tejer y elaborar
los útiles necesarios para las recolecciones como vencejos, espuertas,
cuévanos, etc.
Esta artesanía era propia de los meses
fríos, cuando no se puede trabajar en el campo por las inclemencias del tiempo.
En los temporales de invierno y en los nevascos salían de casi todas las casas
de labradores el ruido de agramarlo para separar sus fibras. Esta operación se
llamaba “picar” y consistía en golpear un manojo de esparto con una maza de
carrasca sobre una superficie dura.
Antes de empezar a trabajarlo había que enriarlo, operación que llamaban
cocer y consistía en macerarlo durante tres semanas. Así se conseguía en las
fibras mayor resistencia y los objetos fabricados tenían mayor duración.
La base de todos los útiles es la
pleita, una faja muy flexible de esparto trenzado sin picar. Generalmente era
de trece ramales, aunque podría ser de más siempre que fuera número impar. Para
“los remates” y para determinados útiles se utilizaba el recincho, otra faja
flexible más estrecha (de cinco ramales) con el esparto picado. Estas fajas se
unían con unas agujas especiales con cordeta, una tira fina formada por tres
ramales trenzados de esparto picado, o con cordelillo, también de esparto
picado que se hace con dos ramales enrollados sobre sí mismos y posteriormente vueltos a enrollar entre sí.
Algunos objetos de esparto en la casa
del labrador eran: Aguaderas ( agüeras), aguarillas, álabes (pronúnciese alabes), alborgas (esparteñas), aventadores,
baleos, baleo peludo, barcillos, barzas, bozos, cinchas, cinchos de
trillar, cordeles, cosederas, cuerdas de florear, cuévanos, esparteñas, espuertas, esteras, mantas sarria, ramales, redes de la paja, riendas, sarrietas, sembradoras, serones y
vencejos.
En Fuenterrobles había muy buenos esparterros como Pedro Juan (el de Josefina la duce) o José López Ballesteros y en la siguiente generación encontramos a Emilio Fuentes, Dámaso Lorente y Paco Mislata.
Hoy ya no quedan fuenterrobleños que trabajen el esparto por lo que esta artesanía o industria rural está prácticamente desaparecida. Gran parte de la población no ha visto muchos de
los utensilios de esparto e incluso ni siquiera ha oído hablar de ellos, cuando
no hace muchos años eran objetos de uso corriente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario